Le abrieron la cabeza con la caja de un VHS…

¿Hay algo más humillante que te abran la cabeza con la caja de una cinta VHS? Lo hay. Que tu abuela te humille al llegar a casa, por un incidente tan desafortunado como éste… Por suerte, al menos para mí, esta historia la viví como espectador de excepción y no como agraviado. Y es que eso de ser ‘puta y apaleá’ no es algo exclusivo del que suscribe…

VHS

Corría el año 1993, y yo cursaba 7º de EGB (no sé que suena más vintage, si 1993 o EGB). Como en toda clase que se precie, en la mía no faltaba el gamberro de turno, llamémosle ‘Adrián‘. Ése con el habitualmente te reías, menos cuando te tocaba ser la víctima. Aunque en nuestra clase, el habitual blanco de sus putadas trolleos era un niño, llamémosle ‘Merco‘, que, las cosas como son, muchas veces le buscaba. Y como tal, la mayoría le encontraba.

En esta ocasión, ‘Adrián’, había llevado a clase una cinta VHS sin carátula. En su interior, escondía ‘Urotsukidoji‘, un hentai (manga pornográfico) mítico de los 90 y prohibido para jóvenes de nuestra edad (12-13 años). Lo sé, era otra época y éramos muy ‘pringaos’. La cosa es que si éramos 37 alumnos en clase, 36 sabíamos lo que contenía la cinta. El único que no lo sabía, como no, era ‘Merco’.

Urotsukidoji

Durante toda una mañana, se dedicó a preguntar a ‘Adrián’, en torno a un millón de veces, qué película era. Cuanto más preguntaba, menos opciones de respuesta tenía. Hasta que, en un arranque de valentía y necedad, decidió coger la cinta en un descuido del gamberro. ¿El resultado? No llegó a abrirla, cuando ‘Adrián’ ya la había recuperado, y golpeado con ella en la cabeza a ‘Merco’.

Dos segundos duraron las risas. Los que tardamos en ver que empezaba a brotar sangre de su cabeza. Con los bordes de la caja, le había dejado una marca similar a la de los vampiros. Salvo que ésta era en la cabeza. Más dramática si cabe que en el cuello. Justo en ese momento llegó la profesora y, sin pensarlo dos veces, mandó a ‘Merco’ a su casa. No obstante, y con temor a que se mareara, me pidió que le acompañara, pues sabía que yo me llevaba bien con él.

Hablamos poco durante el camino, pero recuerdo que le pregunté por qué no se había estado quieto. Me vino a explicar como que algo en su interior se lo impedía… Fuerzas telúricas, oscuras o simplemente estupidez, le habían llevado a una situación que nadie hubiera imaginado diez minutos antes.

MercrominaLlegamos en seguida a su casa, a escasos 300 metros del Colegio. A pesar de lo aparatoso del ‘cintazo’, no sangraba mucho, pero como llevaba el pelo rapado, la herida se veía más de lo que debiera. Obviamente, cuando su madre le vio entrar, se quedó blanca, aunque en seguida la tranquilizamos. Cogió a ‘Merco’ y se lo llevó al baño para lavarle la herida y desinfectarla. Alcohol y mercromina. Un cóctel más clásico que el Mojito…

Fue en ese momento en el que emergió la figura gloriosa y épica de la abuela. Podría tener 150 años, pero la mala hostia acumulada era de un milenio. No se había inmutado al vernos llegar. Había permanecido impertérrita durante los minutos de impresión de la madre, pero cuando habló, se paró el mundo…

Epic Grandma: ‘Si es que eres ‘mu’ tonto… Siempre te pasan a ti estas cosas… ¿A que no le han abierto la cabeza a nadie más que a ti…? Si es que eres ‘mu’ tonto… Mira como a tu amigo no le han hecho nada…’

GrannyNunca la crueldad y el sentido común recorrieron juntos un camino tan largo, como en las frases que soltó por su boca aquella buena mujer. Cada palabra que pronunciaba, era una daga en el corazón de ‘Merco’, que dolía mucho más que mil ‘cintazos’. A pesar de la cara de descompuesto de mi amigo, ella no paró. Lamentablemente, tuve que volver al Colegio. Como he dicho, éramos, y yo en particular, muy pringados en aquella época.

Y he dicho que lamentablemente me tuve que ir, porque me hubiera encantado quedarme a ver cómo terminaba su discurso la abuela. No por ver sufrir a mi amigo, sino porque desde ese día algo cambió en él. Dejó de ser el objeto de las iras de ‘Adrián’ y otros imbéciles de su calaña, para pasar al lado oscuro de la indiferencia, un sector en el que se encontró muy cómodo los siguientes años. De hecho, creo que aún se mantiene en él, con resultados personales y laborales muy satisfactorios en la actualidad. Y yo que me alegro…

La moraleja podría ser que a veces, un buen golpe, nos hace espabilar. Pero yo me quedo con que el diablo sabe más por viejo que por diablo… y los abuelos, para bueno y para malo, son muy viejos y muy sabios… Si te hablan, saborea cada palabra como una lección de vida, aunque la notes como una daga en el corazón…

Enlaces relacionados:
Sonámbulo se me queda corto…
Ideas de bombero de un joven pringao de pueblo…
‘Tones con Glee’: la merienda de los campeones…
Esguince, el dolor de los dolores…

Autor: Jesús Redondo Consuegra

My Twitter – @JesusRedondoCon
My Facebook – La Última Ronda

6 comentarios en “Le abrieron la cabeza con la caja de un VHS…

  1. Pingback: De moquetas, cólicos y maldiciones laborales… | La Última Ronda

  2. Pingback: La Última Ronda

  3. Pingback: Piercing de Hacendado | La Última Ronda

  4. Pingback: Mi Primera Comunión… y la última | La Última Ronda

Sea bueno, sea malo, deja siempre un comentario...