De pelos rizados, restaurantes y sinvergüenzas…

Que cliente y razón no siempre van de la mano es un hecho. Que hay clientes cuya desvergüenza hace sonrojar a cualquiera, también lo es. Pero que encima se salgan con la suya, es algo que me pone de muy mala hostia enfurece sobremanera. Pues esto es lo que me pasó con una joven pareja de clientes en el Restaurante Samarkanda… para mear y no echar gota…

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